Meditación 17
En la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María y el 85 Aniversario de la ida al cielo de Madre Clarita les presentamos la siguiente Meditación.
La vivencia mariana de
Madre Clara María de Jesús Quirós.
I
Nos hallamos reunidos en el nombre del Señor Jesús para celebrar la gran solemnidad de Nuestra Señora del Carmen. Según Nuestro Calendario Litúrgico se trata de una memoria libre, es decir una celebración que queda a la voluntad del que preside hacerla o no, sin embargo, nos encontramos ante una de las fiestas de la Virgen María que celebra el universo católico entero. Este hecho, evidente, ya lo reconocía el Papa Pablo VI cuando decía: hay fiestas que fueron celebradas originariamente en determinadas familias religiosas, pero que hoy, por la difusión alcanzada, pueden considerarse verdaderamente eclesiales, como el 16 de julio, la Virgen del Carmen. [1]
La maravillosa difusión de la devoción a la Virgen del Carmen va ligada muy estrechamente a la expansión de la Orden del Monte Carmelo y todos los Institutos Religiosos que participan de la espiritualidad carmelitana. No debemos olvidar, sin embargo, que este fenómeno religioso se debe también a las promesas que van asociadas a la Santísima Virgen del Monte Carmelo, como son el Santo Escapulario, pequeño hábito, como lo llamó el Papa Pío XII que expresa la consagración amorosa a la Madre de Dios del Carmelo, y el Privilegio Sabatino que ha hecho de la Virgen del Carmen la Madre bendita de las ánimas del purgatorio.
En nuestro país, la devoción a Nuestra Señora del Carmen, precedió de alguna manera a la presencia de los Institutos Religiosos que la tienen como Patrona y se vincula más bien a la egregia figura cristiana del Coronel Don León Castillo y del R.P. José María López Peña, sin olvidar, naturalmente al Segundo Obispo de El Salvador, Monseñor Tomás Miguel Pineda y Saldaña, de santa memoria.
II
Sin duda este es un día muy especial en la Congregación de Hermanas Carmelitas de San José, que desde su fundación fueron puestas bajo el amoroso patrocinio de Nuestra Señora del Monte Carmelo; es un día en el que nos regocijamos por las maravillas que el Señor realizó en la Santísima Virgen María; es uno de esos días en los que con un cariño entrañable de hijos proclamamos, con todas las generaciones de católicos que nos precedieron y nos sucederán, que la Virgen María es la Bienaventurada por excelencia, la bendita entre todas las mujeres por haber sido predestinada a ser la Madre de Dios y la Madre de todos los Hombres y las Mujeres.
Entre esos hombres y mujeres que nos precedieron en el amor filial a la Virgen del Carmen, sobresale, por méritos propios, la Sierva de Dios Clara María Quirós, que para un día como hoy escribió:
Virgen del Carmen, tu nombre llevamos.
De Carmelitas erguimos el pendón,
Y en este día dichoso publicamos
Que eres la gloria de los que te amamos
Portando venturosos tu blasón.[2]
Los que veneramos la santa memoria de Madre Clara María de Jesús, sabemos que en nosotros ella se haya indisolublemente vinculada a la Santísima Virgen del Carmen.
Madre Clara María no fue una mujer que se dedicara a estudiar de manera sistemática el misterio de Dios, no sería lícito llamarla Teóloga, a no ser que entendiéramos que un teólogo es un hombre o una mujer con una profunda y auténtica experiencia de Dios, que acaso sea el verdadero sentido del vocablo. Pero es evidente que en su vida la vivencia del misterio divino constituye uno de los elementos esenciales, cuando no el esencial y fundamental, con toda razón al Padre San Juan de la Cruz escribió que la experiencia mística es: Un sublime sentir, / un sentir no sabiendo/ toda ciencia trascendiendo.[3]
En el mismo sentido, no podemos hablar de la Mariología de Madre Clara María, pero sí podemos hablar de su vivencia mariana; fue la Madre Genoveva del Buen Pastor la que definió a la Santa Fundadora como una “mujer eucarística”, yo añadiría, con todo respeto, que también fue una “mujer mariana”, precisamente por eucarística.
Uno de los mejores conocedores de la vida, obra y espiritualidad de Madre Clara María, el P. Alberto Barrios Moneo, escribió que “la experiencia mariana carmelitana de Madre Clarita fue la que centró toda su vida espiritualidad y la catapultó por el camino de la santidad”. Desde su más tierna infancia esta mujer fue como predestinada a ser una de las hijas sobresalientes de Nuestra Señora del Carmen, cuando en la misma pila bautismal, sus padres, Daniel y Carmen, le dieron el hermoso nombre de Clara del Carmen. ¡Clara, sí, pero del Carmen! Ella misma años después escribiría:
¡Todo querida Madre, te lo he dado!
¡Nada me queda…! ¡Cuanto me has pedido,
gustosa por seguirte lo he dejado,
en aras de tu amor sacrificado,
por más que el corazón lo haya querido.[4]
Esta especial pertenencia a la Virgen del Carmen manifiesta, precisamente, una de las características de la espiritualidad carmelitana en la que se designa a la Virgen como Señora, es decir, como poseedora legítima de todo lo que somos y tenemos. A cambio de esta especie de pacto de fidelidad, con reminiscencias de amor medieval, María se convierte en la especial protectora de nuestras vidas:
Acógelas, Señora; que tu manto
Sea siempre en mis penas dulce abrigo
No permitas que sucumba en mi quebranto;
Yo no rehúso del dolor el llanto;
¡Quiero llorar!… ¡Pero llorar contigo! [5]
Conocedora profunda de la tradición carmelitana que se remite al mismo Profeta Elías, y que ve en la nubecilla de la que nos habla el Libro de los Reyes una prefiguración de la Santísima Virgen María como Medianera de Gracia, la recoge en su primera poesía a la Santísima Virgen, Nuestra Señora del Carmen:
Visión Sublime, de apacible encanto,
Idea del Eterno acariciada;
Risueña nubecilla, ya tu manto,
Gozosa mi alma percibe enajenada. [6]
En la vivencia mariana de Madre Clara María, la Virgen del Carmen es ante todo Madre, y así la proclama en sus poesías, en donde es el título mariano que más veces se repite. La experiencia maternal mariana de la Sierva de Dios es la que define y perfila exactamente sus relaciones con la Madre de Dios. Tus hijos somos; Tú, eres Madre nuestra, te profesamos rendida sumisión… y extáticos de amor… hoy te ofrendamos todo el corazón.[7]
Yo voy en pos de ti, Madre Querida, ha muchos años que te busca mi alma, envía tu profeta que me diga: ¡Prosigue! ¡Ya tu dicha está cercana!…[8]
Pero para Madre Clarita no es sólo la Madre, sino la Madre Inmaculada. Aquí es donde se explica que en el acta de su profesión en la Orden Tercera del Monte Carmelo se comprometiera a defender el Dogma de la Inmaculada Concepción de María.
Tú a quien la diestra del Altísimo quiso
Preservar de la infausta maldición,
Que allegó a nuestra madre en el Paraíso
Y exenta y libre de la culpa te hizo,
De abeterno en limpia concepción. [9]
Así la Señora del Monte Carmelo es Madre Inmaculada, pero madre de pecadores. En este sentido es que Madre Clara María afirma que la Virgen María es Medianera de Gracia, aquella por cuyas manos vienen de Dios hacia nosotros innumerables bendiciones y gracias, de modo especial María es para sus hijos camino de salvación:
Vuelve Señora tus ojos
A esta hija miserable
Y por el bendito fruto
de tus entrañas !Oh madre¡
clemente escucha mis ruegos,
Piadosa atiende a mis males.
¡¡Dulcísima Medianera!!
¡¡Concédeme que me salve¡¡ [10]
La mediación de María ante su divino Hijo es tan poderosa que reparte sus dones y sus gracias a manos llenas, a dos manos, o como la llama Madre Clara María en una imagen inusitada: Oficiosa Ambidextra.[11] En su poesía a la Santísima Virgen en sus Dolores, la llama “fuente de amor y de clemencia pía”. [12]
El Padre Joachim Dilleschneider, en este mismo sentido, la llama: “la Omnipotencia Suplicante”
La espiritualidad mariana de la escuela carmelitana también entiende que María es para el cristiano una auténtica Maestra de contemplación, pues como afirma el Santo Evangelio, “María Guardaba todas estas cosas meditándolas en su corazón.” Así el Carmelita y el cristiano en general tienen que ser contemplativos, pues sólo por este camino se convertirá en un evangelizador, es decir, alguien que desde su propia experiencia lleve a los hombres y mujeres a Dios.
Para Madre Clarita, la Virgen del Carmen es su divina Maestra, la que le muestra el camino que conduce a Cristo, el Monte de la Salvación: Y extáticos de amor Divina Maestra/ hoy te ofrendamos todo el corazón.” [13]
El magisterio de María para con los cristianos es para la Sierva de Dios un camino de imitación. Hemos de imitar las actitudes de la Santísima Virgen puesto que ella es la Primera Discípula de Cristo y así mientras imitamos a María estamos en realidad imitando su Divino Hijo Jesucristo.
El amor de Madre Clara María de Jesús hacia la Santísima Virgen es tan intenso, que reviste todos los matices de regocijo del amor humano. Ama tanto a su madre que inventa calificativos, epítetos, la proclama la más bella entre todas las criaturas, la fuente de toda bendición, el amor más hermoso, el más generoso, el más clemente y misericordioso, en una letanía amorosa que rompe moldes en cuanto a su originalidad, porque para cantarle a María invoca a todos los seres de la Creación.
Flor del empíreo, casta y graciosa,
Celeste Virgen, Hija de Sión,
Violeta púdica con tus aromas,
Me das la vida del corazón. [14]
Posiblemente haya en la Historia de la Iglesia quienes hayan escrito con mayor sabiduría sobre la Santísima Virgen María, pero creo que habrá muy pocos que lo hayan hecho con tanto amor. Madre Clara María es en nuestra tierra la gran cantora de “las glorias de María”.
Sólo a una persona amó Madre Clara María más que a la Santísima Virgen del Carmen… a Jesús.
Quiero concluir esta reflexión con el estribillo de los Gozos de Nuestra Señora del Carmen, que he estado escuchando a lo largo de nueve días, como una especie de novena en honor de nuestra Madre, que también está ligada a la historia de mi vida, pues en un día como hoy, en la destruida Iglesia de San José, recibí por primera vez a Jesús en la Eucaristía:
Pues sois de nuestro consuelo,
El medio más poderoso,
Sed nuestro amparo amoroso,
Madre de Dios del Carmelo.
Roberto Bolaños Aguilar
[1] Marialis Cultus, 8.
[2] A la Virgen del Carmen en su Día, primera estrofa.
[3] Coplas sobre un Éxtasis de harta Contemplación.
[4] A la Santísima Virgen en sus Dolores, párrafo quinto.
[5] Ídem. , Estrofa séptima.
[6] Primera Estrofa.
[7] A la Santísima Virgen del Carmen en su Día, estrofa décima.
[8] A la Santísima Virgen, Nuestra Señora del Carmen, estrofa quinta.
[9] La expresión limpia concepción con que Madre Clara se refiere a la Inmaculada Concepción de María es del más rancio abolengo castellano, pues fue en España y en América Hispana en donde se le llamó a este privilegio la limpia concepción y a la Virgen Nuestra Señora de la Limpia Concepción. Con tan título se llamó a la primera Patrona de Costa Rica: Nuestra Señora de la Limpia Concepción de Ujarraz.
[10] A la Virgen de Betlem, estrofa primera.
[11] A la Santísima Virgen del Carmen, en su día. , Estrofa décima.
[12] Estrofa sexta.
[13] Ídem. , Estrofa décima.
[14] A la Reina de las Vírgenes del Claustro, María Santísima del Carmen, estrofa tercera.