Meditación 2

Meditación 2


Un matrimonio que se separa.

Que un hogar se destruya es algo muy triste y de consecuencias imprevisibles.

A los pocos meses del nacimiento de Clarita, se agravó la enfermedad alcohólica de su padre Daniel Quirós, y la vida  familiar se volvió un verdadero infierno.  Los celos, las riñas, las recriminaciones, las amenazas eran cotidianas en el hogar de los esposos Quirós-López.

El colmo de la falta de discreción de Juicio de Daniel fue el rapto de su pequeña hija, a la que llevó hasta Santa Tecla, dejándola depositada en casa de una mala mujer, que la descuidó de tal manera, que si militares mandados ex profeso por el General Gerardo Barrios  para buscarla no la hubieran encontrado, seguramente Clarita hubiera muerto en unas cuantas horas más de hambre y de sed.

Un hecho tan doloroso afectó tremendamente a Doña Carmen López y, aunque sólo tenía aproximadamente año y medio, también afectaría psicológicamente a Clarita, que a lo largo de algunos años vivió atemorizada de que su padre pudiera volver a hacer lo mismo y, además, se vería afectada su confianza en las relaciones interpersonales, porque si no podemos confiar en nuestro padre ¿en quién podemos confiar?  La madurez humana y cristiana alcanzada por Madre Clara María de Jesús, expresa que aquellas heridas psicológicas de su más tierna infancia habían sido superadas en el amor del Padre Dios.

Doña Carmen, una mujer admirable en este sentido, inmediatamente se separa de su esposo, tanto por la vía civil como por la eclesiástica, aunque no se divorcia, y se marcha con su hijita a San Salvador en donde encuentra refugio y apoyo en casa de su madre, Doña Juana López, y de sus hermanos César y Serafina.   No tenemos noticias que alguna vez haya vuelto a ver a su padre Don Daniel Quirós.

Éste continuó con su triste vida, entregado al alcohol, al juego y a las mujeres, tuvo varios hijos fuera de matrimonio, hasta que murió el 23 de febrero de 1867, cuando su hija tenía nueve años. Su acta de defunción anota que murió sin haber recibido los auxilios de la Santa Iglesia Católica.

A partir de entonces comienza la andadura de Clara del Carmen como una hija de padres separados.  Los padres que abandonan a sus hijos cometen un verdadero crimen, los esposos que se divorcian con frecuencia no comprenden que los más dañados con la ruptura del vínculo matrimonial son los hijos.

La educación de la mujer en la época en que nació Clara del Carmen, se veía reducida a saber leer, escribir, coser, bordar, cocinar, y, en el caso de las damas aristocráticas, algunas otras cosas, que se solían llamar gracias sociales, como pintar, danzar, la música, la poesía y el dominio de alguna lengua extranjera, especialmente el francés, porque la vida de la mujer normalmente transcurría en las labores del hogar y estaba excluida de la mayor parte de las actividades públicas, como la economía, la política, la ciencia, reservadas a los varones.

Las cosas, sin embargo, comenzaban a cambiar, porque ya su madre, Carmen López y su tía Serafina, por ejemplo, habían asistido a la escuela de niñas fundada en San Salvador por el gran educador Don José María Cáceres, en la que habían sido alumnas aventajadas.

Habían de pasar todavía muchos años para que la primera  mujer fuera admitida en las aulas universitarias y pudiera obtener en ellas un título de estudios superiores.

En el hogar de su abuela, sus tíos y su madre, Clara del Carmen, comenzó a ser educada sobre todo en las virtudes, tanto cristianas como morales, en los buenos modales y en la urbanidad, así como en los principios de la religión católica. Aunque, como muchos niños salvadoreños, creció sin la presencia de su padre, su familia fue para ella una escuela de auténtico humanismo y de genuina vivencia de la religión, lo que no quiere decir que sus parientes fueran personas perfectas, pero supieron, a través del amor y de los buenos ejemplos, encausar por la senda de la virtud la personalidad tan rica en dones de la pequeña Clara.

Todos sabemos la importancia que los psicólogos atribuyen a los primeros años de la infancia en la formación de la personalidad del adulto, sin embargo, es normal que en la vida de personas sobresalientes, se tengan pocos o escasos datos verificables acerca de sus primeros años.  De Madre Clara María de Jesús tampoco tenemos muchos datos, ninguno de primera mano, pero los que se refieren a estos años de su vida afirman que ya desde entonces era admirable por sus virtudes, sobre todo la obediencia, y por su piedad, centrada desde tan temprana edad en Jesús Sacramentado y en la Santísima Virgen María.

También debemos destacar que ya en la infancia el sufrimiento hizo su aparición en la vida de Clara del Carmen, y es que Cristo quiso configurarla consigo en el misterio de la cruz.

La historia familiar de Clara del Carmen es como la de tantos salvadoreños y salvadoreñas que proceden de familias desintegradas o constituidas deficientemente. Su abuela materna procreó tres hijos sin que su unión hubiera recibido la sanción legal y eclesial;  su  madre, Doña Carmen López, contrajo matrimonio eclesiástico pero por la inestabilidad mental de su esposo, Don Daniel, tuvo que separarse de él a pocos años de casada; por parte de la ilustre familia paterna, Clara del Carmen no tuvo el más mínimo apoyo económico ni afectivo, pues su abuelo Don Félix Quirós Sánchez nunca aceptó el matrimonio de su hijo Daniel con una joven que no era de su nivel social.

Otra gran carmelita, Santa Teresa Benedicta de la Cruz, escribió mientras estaba recluida por los nazis en el campo de concentración de Auschwitz: ¡Salve Cruz, única esperanza!   

Roberto Bolaños Aguilar

 


 

 

 

 

 

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1 respuesta a Meditación 2

  1. David Alejandro alvarado dijo:

    Hola mi nombre es David Alejandro Ordoñez estudio y vivo en Honduras Tegucigalpa

    Es muy interesante la vida de la Madre Clarita por que ella fue seguidora y servidora de Dios entre los más pobres y necesitados. Vivió la espiritualidad del Carmelo contemplativo, apostólico y mariano.

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