Meditación 9
MADRE CLARA MARÍA Y LA MÚSICA.
Las personas de espíritu más elevado han sido siempre muy sensibles a la belleza y a la fealdad. Después de su conversión la prueba más dura para San Francisco de Asís fue el encuentro con el leproso, putrefacto y nauseabundo, que acabó con el gran gesto de autovencimiento que fue el beso que Francisco dio al hermano enfermo. Pero Francisco siguió siendo una persona poética y musical, como lo demuestran algunos de sus escritos: Loado sea mi Señor por el hermano sol…
Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, los grandes maestros de Madre Clara, fueron escritores de altísimas dotes poéticas y musicales: Mi Amado, las montañas/ los valles solitarios nemorosos/ las ínsulas extrañas/ los ríos sonorosos/ el silbo de los aires amorosos, / la noche sosegada/ en par de los levantes de la aurora/ la música callada/ la soledad sonora: la cena que recrea y enamora.
San Alfonso María de Ligorio fue poeta y músico de notables vuelos, tal como lo demuestran sus composiciones musicales barrocas entre las que queremos destacar el Dueto entre el Alma y Cristo y la Cantata de la Pasión.
En realidad, casi la mayoría de los santos de la Iglesia han sido amantes de la música porque ella es una de las expresiones más sublimes del alma humana. Parafraseando a Platón el gran músico romántico alemán Ludwig Van Bethoveen, dijo que “La música es la más alta de las filosofías”.[1]
Es claro que los santos, aunque en algunos casos vibraron intensamente con la música popular e incluso llegaron a recoger las melodías populares para hacer canciones a “lo divino”, con mucha frecuencia disfrutaban de lo que, en general, podríamos llamar “música clásica”, sea religiosa o profana.
La música, de modo especial la música sacra, pensaba el Papa San Pío X, debe estar inspirada en los textos sagrados y elevar el espíritu a Dios, esto sin negar los recursos técnicos y la belleza propia de la música.
La Sierva de Dios, Madre Clara María de Jesús, gustaba mucho de la música popular, como los villancicos que se cantan en la noche de Navidad, o las lamentaciones que se entonan en la Semana Santa. Los piadosos cánticos a la Virgen María y los alabados al Santísimo Sacramento del Altar. Pero su sensibilidad espiritual la llevó a sentir verdadero placer estético cuando escuchaba la música de los clásicos. Escuchando una vez la Serenata de Schubert, trasportada de emoción exclamó: Al que no le gusta la música creo que no le gustará ni el cielo.
Claro está que nuestra capacidad de apreciar y disfrutar la música está en proporción a nuestra preparación musical, aunque Santo Tomás de Aquino piensa que lo bello es lo que agrada a los sentidos sin más. Sor Genoveva del Buen Pastor cree que Madre Clara María había recibido en su infancia y adolescencia lecciones de música, porque sabía leerla e incluso corregía a sus hermanas cuando daban alguna nota falsa en una interpretación musical.
Su amor a Jesús hacía que fuera muy exigente en la celebración litúrgica, sea del Oficio Divino o de la Santa Misa. Debido a eso quería que el canto fuera verdaderamente armonioso para que agradara a Aquel que se merece lo mejor.
Para ello estaba deseosa de que sus hijas aprendieran el sublime arte de la música y el canto. Un día compró un piano de segunda mano, que por cierto transportaron unos reclusos de la penitenciaria, e inmediatamente colocó un pequeño cartel con las hermanas que se prepararían musicalmente y los horarios de clases y ensayos personales. Esto sucedió posiblemente a principios de 1925.
Las hermanas avanzaban en sus conocimientos y técnicas musicales, de modo que cuando Madre Clara María regresó de su viaje a Roma en busca del visto bueno de la Santa Sede para su Congregación, las hermanas quisieron sorprenderla con una bien preparada y ensayada velada musical. Las Crónicas de Belén recogieron el recuerdo de aquel hecho:
Madre Genoveva y Madre Isabel Melara tocaron Las Dos Hermanas; Madre Teresa del Niño Jesús, la Serenata de Schubert; Madre Lidia Flores, El Miserere; Madre Concepción Varela, Canción de Cuna y Madre Magdalena del Sagrado Corazón, Loy Don Bal.
En su poesía también está presente la música en su dimensión cultual. Madre Clara María pensará con frecuencia en el canto de los coros angélicos:
¡Oh celestiales coros! ¡ presto !, ¡ venid !, ¡bajad !
¡Tañendo vuestras arpas! Quiero a mi Dios cantar.
Sencillos pastorcitos: Prestadme aquella voz
¡Con que alegres cantasteis! ! Al que es vuestro Dios ¡ [2]
El 8 de diciembre de 1928, día de su feliz tránsito al cielo, por primera vez Madre Isabel de San José y el coro formado por las niñas del hospicio cantarían la misa en honor a la Inmaculada concepción de María. Madre Clara, por prescripción médica, estaba recostada en su habitación, pero al terminar la celebración, salió para decir a las hermanitas del coro: ¡Han cantado como los mismos ángeles!
Los que la conocieron, afirman que la Sierva de Dios poseía una hermosa voz. Poco después de la misa se inició la Hora Santa al final de la cual el coro entonó un cántico a la Santísima Virgen María, uno de los grandes amores de Madre Clara. La tradición de las Carmelitas de San José afirma que el canto que las niñas cantaban era: Es tu nombre, dulcísimo Virgen, una rosa cortada del cielo.
Ya no pudo cantar con el ancho caudal de voz que Dios le había dado, pero en voz muy baja, como un hilito de agua cristalina, hizo segunda al coro de las niñas.
En unas cuantas horas se apagaría su voz para siempre, pero el canto de amor a Dios que fue su vida sigue resonando en este templo espiritual que es la Iglesia.
Roberto Bolaños Aguilar
Esta muy bonita la página y las reflexiones interesantes, ojalá y se haga que algún día pueda ser declarada Santa, será motivo de alegría para todos.
Un verdadero canto a la vida es Madre Clarita. Leer sus poesias, imaginar su voz de angel y transportarnos a los inicios de su vida en la tierra son fuente de inspiración. Basta con leer los comentarios de sus escritos y poesias valorados por los expertos en la materia. Una profesional cuya pasión amorosa por Jesús, José y María le permitirán en nuestro tiempo alcanzar los altares. Uno de los conceptos de la música es la unión armoniosa y delicada de sonidos y silencios. Mi concepto de la Madre Clarita es la unión armoniosa de virtudes espirituales entonadas magistralmente hasta el día de hoy por sus florecillas del carmelo, las queridas religiosas carmelitas de San José.
Bendiciones!!!!
En un jardín hermoso plantó Jesús una semilla que años más tarde daría frutos en abundancia para el mundo entero. No quiso El que esa semilla permaneciera en un solo jardín, sino que se esparciera y multiplicará como el vino en las bodas de Canaán. Con tanto amor fue sembrada y bañada de aguas pura que pronto se que la veremos con una corona de rosas fragantes santificada en los altares para gloria de Dios. Fuente de inspiración, cantar de cantares, florecilla hermosa es Madre Clarita.!!!!