Salutación a la Santísima Virgen del Carmen en su día
Se trata de una de las cuatro poesías que Madre Clara dedicó a Nuestra Señora del Carmen que quizás se trate de la más antigua, por lo que se insinúa en su texto, quizá fue escrito en los años del pontificado de Mons. Miguel Tomás Pineda y Saldaña y el Gobierno del Mariscal Santiago González. Unos pocos años antes había emitido, Mons. Pineda y Saldaña, un decreto porque excomulgaba a todos los salvadoreños que se adscribieran a la Masonería, recién fundada. También había sido muerto vergonzosamente el vicepresidente salvadoreño Don Manuel Méndez.
A una católica tradicional y piadosa como Madre Clara María le parecía una hora fatídica en que desdecíamos del nombre de El Salvador.
Detén el brazo del Señor que airado,
Parece que quiere vindicar su honor,
De un pueblo ingrato, que deicida ha hollado,
Las finezas de amor que le ha demostrado
Dándole hasta su nombre…: ¡El Salvador!…
En este hermoso poema tempranero encontramos alguna referencia biográfica de Madre Clarita, lo cual es raro en su poesía, y de la realidad circundante, vale decir su contexto histórico.
En su nivel biográfico, la poesía describe una celebración de la fiesta de la virgen del Carmen, en el tiempo que Madre Cara María había recientemente había ingresado a la Cofradía de la Virgen del Carmen hacia 1871 o quizás poco tiempo después.
Dice Madre Clara María:
“Virgen del Carmen, tu nombre llevamos,
De Carmelitas (orgullosas) erguimos el pendón,
Y en este día dichoso, publicamos
Que er;es la gloria de los que te amamos
Portando venturosos tu blasón.”
El poema contiene dos partes claramente diferenciadas; en la primera, Madre Clarita trata de ganar la benevolencia de la Virgen recordándole sus glorias y su oficio maternal, después, en la segunda parte, pide a la Madre del Carmen su protección y su guía en tiempos tan malhadados que le había tocado vivir.
El poema se expresa en sólida rima que expresa su evolución poética al verso libre, en el que puede expresar más libre sus sentimientos religiosos.
Aquellos años eran vividos por los católicos tradicionales como años caóticos. La Iglesia estaba abiertamente enfrentada al Estado, y éste, dominado por la recién fundada Sociedad Masónica, deseaba introducir los cambios de la revolución francesa en Francia en su forma de relacionarse con el Estado, no puede existir un Estado dentro de otro Estado, había dicho un orador francés. La masonería estaba interesada en dominar a la Iglesia y sus Prelados, resulta muy curiosa en este contexto la frase del Primer Obispo de El Salvador a sus diocesanos: “Ya tenéis perro que ladre.”
Ideológicamente el pensamiento liberal decimonónico se presentaba bajo la forma de la masonería y del deísmo como parte de la libertad religiosa (libertad-igualdad-fraternidad). Madre Clara en este conflicto permanece fiel a la actitud de la jerarquía eclesiástica.
Ciertamente, cuando era obispo Monseñor Pineda y Saldaña, la recién nacida masonería fue fulminada con excomunión “latae sententiae”, lo mismo los que se inscribieran como adeptos.
Madre Clara María veía, tanto en la aparición de la masonería como en la de posiciones fideístas, un castigo divino a la infidelidad y la desobediencia de los salvadoreños. Eran años muy difíciles, en que la intolerancia llegó hasta asesinar al Vicepresidente masón Lic. Manuel Méndez, hecho que la Jerarquía Eclesiástica lamentó.
“¡Tus hijos, ¡pobre patria!, han delinquido!
¡Han negado su fe y su religión!
Y al vicio y al error se han convertido,
Del libertino masonismo al ruido,
Del malhadado naturalismo al son.”
Hemos disfrutando imaginando, aquel 16 de julio de año innominado, a Madre Clara María, un poco nerviosa, de pie, ante la sagrada imagen de la Virgen del Carmen declamando sus versos ante las cofrades y los feligreses de la parroquia de la Inmaculada.
Aún recuerdo que en la coronación de la reina de las fiestas patronales de algún pueblo o ciudad de antaño llevaban a algún poeta de moda para que cantara con sus versos la belleza física y moral de la nominada reina de las fiestas. Pues bien Madre Clarita, es la juglar de Nuestra Señora del Carmen, la cantora de sus virtudes.
“Tú, que la luna con tu planta huellas,
Que te sirven de aureola las estrellas
Y de trono seráfica legión.
Tú a quien el astro rey ufano viste
Con sus rayos de diáfano esplendor
Y al Sol eterno de la Verdad nos diste
Cuando de labios de Gabriel hubiste
Escuchado la divinal misión.”
La primera parte, llena de imágenes bíblicas, que llamamos preanuncios de María, nos ofrece la figura gloriosa de la Virgen nuestra medianera. En realidad no nos describe la imagen de la Virgen del Carmen sino la de la mujer gloriosa del Apocalipsis, es decir, el triunfo cósmico de la Virgen.
“De ti copian los astros su hermosura,
La azucena y el lirio su blancura
Y el topacio su fúlgido color.
Tú que eres la más pura entre las bellas
También recuerda el mayor privilegio de la Madre de Dios que fue su Concepción Inmaculada, fue librada por Dios del pecado original que heredaron nuestros primeros padres, Adán y Eva, en vistas a los méritos futuros de su divino Hijo:
Tú a quien la diestra del Muy Alto quiso
Preservar de la infausta maldición
Que allegó nuestra madre en el paraíso
Y exenta y libre de la culpa te hizo
De ab aeterno en limpia concepción.
Madre Clarita, expone de manera clara y sencilla, a lo apostólico diría San Alfonso, el misterio inalcanzable de la Inmaculada Concepción de María que ella había prometido defender y en una frase define el misterio de la Inmaculada que tanto costó al doctor de la Inmaculada Beato Juan Duns Scoto, María es Inmaculada por siempre, Dios quiso hacer a María Inmaculada, pudo hacer Inmaculada a su Madre…….y la hizo Inmaculada ab aeterno.
De forma poéticamente muy hermosa Madre Clara María de Jesús llama a María Inmaculada, como se solía hacer antiguamente, en sentido positivo la Limpia Concepción.
Recuerdo en este momento a un antiguo redentorista español, el CH. Esteban Ezquer, que en vida amó mucho a la Santísima Virgen María, él a la invocación “Ave María Purísima” no respondía como es costumbre “sin pecado concebida” sino “en gracia concebida”. Una vez le pregunté sobre tal respuesta y me dijo: es que la expresión “sin pecado concebida” sólo expresa que la Virgen se hallaba libre del pecado original en cambio “en gracia concebida” expresa toda la grandeza de Dios que la hizo “Llena de Gracia” desde el instante mismo de su concepción inmaculada. Me quedé callado, porque no había pensado así las cosas.
Para la Sierva de Dios una de las grandes cualidades de María, que deberíamos imitar, es su deseo de hacer el bien a manos llenas, entre ese bien que nos desea hacer están su protección y cercanía que lo expresan:
“Tus hijos somos; Tú eres Madre nuestra,
Te profesamos rendida sumisión,
Te imitaremos, Oficiosa Ambidextra,
Y extáticos de amor, Divina Maestra,
Hoy te ofrendamos el corazón.”
Muy en el fondo, Madre Clara María de pie ante la Virgen del Carmen en este caso, nos recuerda en este caso a la reina Esther intercediendo por la vida del pueblo hebreo ante el tirano Rey Asuero.
¿Qué pide Madre Clarita ante la Virgen del Carmen aquél día? Sólo la salvación para El Salvador de su alejamiento de Dios, exactamente lo que debería hacer hoy.
“Ámpáranos propicia en estos días,
De escándalos y negra corrupción,
Yo elevo a Ti las pobres manos mías
Y entre sollozos, cantos y armonías,
Te ruego nos alcances el perdón.”
La plegaria de Madre Clara María invocando a la Virgen, pide por los que ella considera problemas de la sociedad de su tiempo, pero, así como toda macroeconomía requiere una microeconomía, la Sierva de Dios presenta a María Santísima su petición por las personas concretas y sus familias y pide su amorosa protección y vigilancia.
No deseches, Señora mis gemidos,
Atiende compasiva mi oración;
Ahora que estamos a tus pies reunidos,
Solicitamos ansiosos compasivos,
Tu maternal y augusta protección.
En cierto sentido podemos decir que tenemos cierto derecho adquirido a esa protección debido a que somos hijos de la Virgen María por expreso deseo de Jesús, su único Hijo, manifestado en la cruz.
“Tus hijos somos. Tú eres Madre nuestra,
Te profesamos rendida sumisión,
Te imitaremos, Oficiosa Ambidextra,
Y extáticos de amor Divina Maestra,
Hoy te ofrendamos todo el corazón.”
Mucha enjundia tiene este párrafo donde Madre Clara María de Jesús nos habla de su filial relación con nuestra Madre María, se perfila la sumisión a María, la imitación, el magisterio vital de la Virgen y, por supuesto, su poderosa intercesión.
El amor a la Virgen del Carmen marcó gran parte de la vida de Madre Clarita así como la orientó y le dio sentido a sus aconteceres diarios. La hermandad del Carmen fue fundamental para la vida de su familia, pues por su ejemplo fueron cofrades todos sus hijos y hasta el mismo Alfredo Alvarado.
ROBERTO BOLAÑOS A.
Santander, 11 de julio de 2016