MADRE CLARITA, ¡SALVADOREÑA!

La Asamblea Legislativa de El Salvador declaró a la Sierva de Dios Clara María Quirós como “Hija Meritísima de El Salvador”, lo mismo había hecho, poco antes, la Municipalidad de Santa Tecla. De modo que Madre Clarita fue propuesta a los salvadoreños como modelo de civilidad. Fue muy grande, dijeron los honorables Diputados del pueblo, su dedicación a la educación integral de la niñez y su laboriosidad. El 8 de marzo de 2006, fue propuesta como prototipo de la mujer salvadoreña.

Una de las virtudes en las que destaca la Sierva de Dios es el amor a su Patria, el civismo, la dedicación al bien común de la sociedad, entendida en su más amplio sentido. Patria es para ella los hombres y mujeres concretos de su tiempo. En esto se encuentra en perfecta sintonía con Don Alberto Masferrer, quien decía en el primer número del periódico Patria:    “En este diario la palabra PATRIA tendrá perennemente una significación muy restringida y muy concreta:  LA VIDA DE LOS SALVADOREÑOS QUE VIVEN ACTUALMENTE.   En tal concepto, la salud, el bienestar, la prosperidad, la comodidad, la cultura, la libertad, la paz y el contento de los salvadoreños que viven hoy, es para nosotros el valor supremo, la cosa primordial, intransferible, impostergable; y, a obtener, mantener y mejorar esos valores se encaminan constante y firmemente las actividades de este diario PATRIA” (A. MASFERRER, “Patria”: “Obras Escogidas”, II, 434)

Patria no es un concepto abstracto, no es una inflexión de la voz, ni una idea política, más o menos ideológica, ni un mito heroico, sino unas gentes, unos ríos, unos volcanes, etc., tal como lo ha dicho José Emilio Pacheco en su hermosísimo poema “Alta Traición”:

No amo mi Patria,

Su fulgor abstracto, Es inasible,

Pero (aunque suene mal), Daría la vida

Por diez lugares suyos, Cierta gente,

Puertos, bosques de pinos,

Fortalezas,

Una ciudad deshecha, Gris, monstruosa,

Varias figuras de su historia, Montañas,

Y tres o cuatro ríos.

El Padre José Morán Pan, Misionero en China, se preguntaba ¿qué es un chino?, lo mismo podemos hacer nosotros ¿qué es un salvadoreño?. Eso lo trata de definir nuestro gran poeta Roque García Dálton en su “Poema de Amor”. Dos cosas diríamos que pueden definir lo qué es un salvadoreño de carne y hueso: la fuerza de su carácter, temperamento o talante, y su laboriosidad.

El moralista español Marciano Vidal enmarca el ser moral de la persona humana en lo que él llama las coordenadas morales. Una de ellas es el espacio geográfico, nacional o religioso. De tal modo que el lugar en donde nace una persona le define. Por  ejemplo,  los  costeros son  más  permisivos que  los  montañeses.  Así  Madre Clarita  es  salvadoreña  por  los  32  costados,  sólo  así  puede  ser  considerada universal.

Su biógrafo, el claretiano Padre Alberto Barrios Moneo, la llama “Salvadoreña y Fundadora”, intentando conceptualizarla, porque ambas cosas la definieron. Nació en San Miguel, llamada la Sultana de Oriente, en la República de El Salvador, de padres salvadoreños. La centenaria Diócesis de San Miguel (1913) la considera, con Monseñor Romero, entre los frutos más granados de su acción apostólica y fue la Fundadora de la Congregación de Carmelitas de San José.

Esta mujer escaló elevadas cumbres en el difícil camino de la oración, pero precisamente por ello, como prueba de su autenticidad, no era una persona abstraída y descomprometida, sino profundamente preocupada por el mejoramiento de la sociedad. Llevaba la oración a la vida y lo vivido a la oración, era una verdadera contemplativa en la acción.

Don  Roberto  Molina  Morales, ex  director de  la  Academia Salvadoreña de  la Historia, cuenta una leyenda que circula sobre Madre Clarita, la leyenda corrige laHistoria, dice Masferrer, en su libro inédito “Hombres Ilustres de la Nueva San Salvador” donde cuenta algo no verídico, pero que nos afianza en la afirmación de su gran amor a El Salvador:

El país se encontraba en guerra contra Guatemala. El guatemalteco Justo Rufino Barrios había invadido el territorio nacional. Las fuerzas del Presidente salvadoreño, Andrés del Valle, se encontraron con las guatemaltecas en la célebre batalla de Chalchuapa, donde encontró la muerte el Presidente guatemalteco, Barrios.

Cuando El Salvador estaba abocado a la guerra con Guatemala, e iba a ocurrir la batalla decisiva de Chalchuapa, Madre Clarita acude a Dios en oración por su país, le ofrece la vida de uno de sus hijos, como hizo Abrahán con su hijo Isaac en el monte Moriah, a cambio del don inestimable de la paz, y el Señor escuchó su oración, la  victoria le sonrió a  El Salvador. El  mismo día    de  la  victoria de  El Salvador sobre Guatemala en Chalchuapa, moría su hija María Francisca Mercedes en Santa Tecla. En honor de Doña Clara del Carmen, como madre, diremos que esto no es cierto, pero nos la quiere mostrar como modelo de salvadoreñidad.

Dice la historiadora mexicana Silvia Dutrénit que El Salvador, sólo hasta el año de 1902, participó en más de cien confrontaciones bélicas y, dice además, que la oposición entre los liberales y conservadores marcó profundamente nuestro siglo XIX, por lo menos hasta 1886.

Ese año se aprobó una nueva Constitución, modelo de Constituciones liberales, que legalizaría en el poder al Dr. Rafael Zaldívar, que había llegado mediante un golpe de Estado. Esta Constitución omitía en su prólogo mencionar a Dios como su fuente de poder, aprobaría la separación entre la Iglesia y el Estado, la libertad religiosa, la educación pública laica, etc. Otros Gobiernos liberales habían aprobado el matrimonio civil y el divorcio. Su fundamento metajurídico lo hallamos en los principios de la Ilustración de libertad, igualdad y fraternidad. Sobre ella escribió Julio  Alberto  Domínguez  Sosa  su  “Génesis  y  Significado  de  la  Constitución  de 1886”.

No basta rezar”, dice una vieja canción de protesta, pero lo contrario es una herejía, herejía del activismo la llamó el papa Pío XII. En la vida de Madre Clara María se unen perfectamente acción y contemplación, ella es mismo tiempo Marta y María. Cuando se iba a discutir la Constitución del 13 de agosto, ella quiso enviar a  la  Asamblea  Constituyente  un  pliego  que  contenía  la  opinión  sobre  algunos puntos que iban a ser discutidos por la Magna Asamblea, que afirmaba ser representante de un pueblo soberano. Con muchos católicos, decían ella y sus amigas, que no era conveniente para el país apartarse en algunas cosas, como la educación, de la enseñanza católica para adoptar principios del liberalismo decimonónico. En todo esto sólo buscaba el bien común de los salvadoreños y manifestó su gran libertad de conciencia frente a la opinión mayoritaria, en lo que consideraba un bien.

Aquél año, el 16 de julio, leyó en la fiesta de la Virgen del Carmen su poesía “A la

Virgen del Carmen en su Día”, en ella dice:

Detén el brazo del Señor que airado, Parece quiere vindicar su honor,

De un pueblo ingrato, que deicida ha hollado

Las finezas de amor(2) que le ha mostrado

Dándole hasta su Nombre…: ¡El Salvador!…

Sus hijos, ¡pobre Patria han delinquido!

¡Han negado su fe y su religión!

Y al vicio y al error se han convertido,

Del libertino masonismo(4) al ruido,

Del malhadado naturalismo al son.

(2) El tema de las finezas del amor de Dios, propio del amor cortesano, es peculiar de la “Cartatenagórica” de Sor Juana Inés de la Cruz.

(3) Parece que Madre Clara descubre misteriosos designios salvíficos y destinos en el nombre El Salvador.

El amor de la Sierva de Dios a su patria era activo y operante, como solía decir Santa Teresa de Jesús: “obras son amores y no buenas razones”. Amaba a El Salvador en los salvadoreños y no componiendo oraciones a la bandera, ni canciones a la Patria Querida. De su amor a su Patria nos hablan sus desvelos y sacrificios por los enfermos, el socorro a los necesitados, su interés por promover a la mujer marginada y a los hijos ilegítimos.

Pero su gran obra para el país fue su labor educativa en favor de las jóvenes. Ella entendía  que este pueblo violento y esta sociedad injusta hallarían su liberación mediante la educación. A ello dedicó sus mejores esfuerzos. Una educación integral de la persona fue su propuesta. La moral y la religión tienen como misión liberar y hacer hombres y mujeres felices. Con esta finalidad funda a las Carmelitas de San José.

Su recuerdo destaca entre los beneméritos de El Salvador. Realmente Madre Clara María hizo y quiso el mayor bien posible a su Patria. Es uno de los salvadoreños que a todos nos gustaría ser. Su fe y su civismo la llevaron a comprometerse con los más débiles haciéndose solidaria con ellos.

 

 

 

ROBERTO BOLAÑOS.

 

7 DE MARZO DE 2012.-

 

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