A LA SANTÍSIMA VIRGEN DEL CARMEN -Poesías de Madre Clarita Quirós

I.

A LA SANTÍSIMA VIRGEN

NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN.

V.Carmen10

La devoción a la Madre de Dios, y Madre Nuestra, fue central en la vida de la Sierva de Dios Madre Clarita de Jesús; tan central como lo dice el Papa Francisco, que Cristo y María se hallan indisolublemente unidas, de modo que nos sucede lo que a los Pastores de Belén que junto a Jesús siempre hallamos a María y Ella siempre nos conducirá a Jesús.

La primera poesía a la Virgen del Carmen comienza con una hermosa  exclamación en la que celebra algunas verdades del misterio mariano: María, dice, es una idea del eterno acariciada. Esa es una idea platónica (topos ouranós) que fue común en la Mariología post Tridentina hasta la reforma del Vaticano II. Piensa San Alfonso Ma. de Ligorio que tras pensar en enviar a su Hijo pensó con complacencia (eternamente acariciada) en la creación de la Sma. Virgen María, o sea, María eternamente existía en la mente de Dios: “…pero. cuando llegó la plenitud de los tiempos, Dios envió a su Hijo, que nació de mujer…”  (Gal. 4,4)

Visión sublime, de apacible encanto,

Idea del Eterno acariciada; …

Evidentemente, Madre Clara María, no está hablando de visiones, de las que se habla en la Teología Mística, sino se trata de un recurso meramente poético, donde la poeta se imagina a los pies de Nuestra Señora del Carmen. Define la visión como sublime, de apacible encanto, que la conduce a un éxtasis, pero la llama enajenación (de los sentidos).

En ella se refiere tradiciones orales arraigadas profundamente entre los Carmelitas que remonta sus orígenes al Profeta Elías y el grupo de ermitaños que y habitaban el hermoso Monte Carmelo de Palestina.

Los mariólogos, como Roschini, quieren ver en un hecho de la vida de Elías la prefiguración de María en la nubecilla que, comenzando muy pequeña, desata la lluvia sobre toda Judea, sobre la que se abatía una sequía de tres años.

Como esa pequeña nubecilla es María, grande en su humildad, que va derramando una lluvia copiosa de bendiciones sobre nuestra tierra en sequía. Madre Clara María se vale de eso para implorar sus piedades: “y tus piedades, por tu piedad imploro”.

Risueña nubecilla, ya tu manto,

Gozosa mi alma percibe enajenada.

Está muy lejos de la humildad de Madre Clara María hablarnos impúdicamente de su vida espiritual algo personal e íntimo, se trata de una visión poética llena de la devoción a la Madre de Dios, y Madre Nuestra, que fue central en la vida de la Sierva de Dios Madre Clarita de  Jesús; tan central como lo dice el Papa Francisco, que Cristo y María se hallan indisolublemente unidas, de modo que nos sucede lo que a los Pastores de Belén que junto a Jesús siempre hallamos a María y Ella siempre nos conducirá a Jesús.

En cuanto al manto es una parte del hábito de los carmelitas y de las carmelitas descalzos, también es el traje de la Virgen del Carmen; el hábito tiene una  capa blanca larga, hasta los tobillos, más o menos, hermosa. La capa de la Virgen ha significado su ternura y protección. Son muchos los cuadros en que un grupo de religiosos o religiosas aparecen cubiertos con el manto de la Sma. Virgen María

Naturalmente, y siguiendo con la comparación con el Profeta de Fuego, lo que la oración contemplativa de Elías logra con ver a María en la nubecilla, lo logra la fe de Madre Clara María y su esperanza, por ello es regalada con la gratificante visión poética de la Virgen María. Así queda patente la estrecha relación entre el Antiguo y Nuevo Testamento, este es sólo sombra de las cosas por venir. En este sentido la fe es protección para la Madre, fe en Cristo y en la poderosa intercesión de su virginal Madre.

Recordando a Moisés y Elías, Madre Clara, ve tan sólo el manto de la Virgen, porque en esta vida la visión de lo divino es limitada, nuestros sentidos no logran captar más que tres dimensione. Es apenas un atisbo, como Moisés que solamente vió la espalda de Dios.

Cuenta San Alfonso en Las Glorias de María el caso de un religioso, gran devoto de María, que ardía en deseos de ver en visión a la Virgen, así fue que mientras oraba se le apareció la Sma. Virgen María, el religioso estaba exultante de gozo, pero al cesar la visión, descubrió con dolor, que estaba tuerto. Aun así deseaba ver por segunda vez a María y así fue, pero en esta ocasión quedó ciego, pero ciego y todo pedía en oración ver a la Madre de Dios, y María se le apareció una tercera vez, pero en esta ocasión recuperó totalmente la vista.

Luego, recuerda otra escena de la vida de Elías poco anterior a la vistación de la nubecilla, cuando envía a su criado, que Madre Clarita llama “nuncio del feliz  profeta”, sube siete veces a la cima de un monte  en obediencia al mandato del Profeta y en premio a su obediencia y perseverancia merece columbrar a la nubecilla-María del Carmen.

Yo voy en pos de tí, ¡Madre querida!

Ha muchos años que te busca ni alma,

Envía al Profeta que me diga

¡Prosigue! ¡Ya tu dicha está cercana!.

Así como el creyente es un seguidor más o menos cercano de Jesús, Madre Clarita se define además como seguidora-imitadora de la Sma. Virgen María. Es más, concibe su propia vida como la búsqueda de un encuentro con María: ¿Adónde te escondiste amado?

La razón de ésta denodada búsqueda es el amor mariano, nos dice la Sierva de Dios: “tu santo amor me tiene aprisionada”. Esta expresión nos recuerda a la esposa del Cantar de los Cantares que dice: “En mi lecho, por la noche, he buscado al Amado de mi alma y no lo he encontrado.”

Después, Madre Clara María, vuelve a retomar la figura del Profeta Elías, que le es tan entrañable, tanto que lo eligió como uno de los patronos de sus Carmelitas de San José. Revive aquellas célebres jornadas que realizó angustiado Elías, hacia el Monte Horeb, pues la malvada reina Jezabel había ordenado su muerte en venganza por la muerte de los sacerdotes de Baal.

El Profeta peregrina hacia el lugar donde espera encontrarse con Dios, fuente de todo consuelo y protector de los débiles. Pero ahora la que camina es ella que va en pos de María, entonces pide la ayuda anímica del Profeta Elías, para que le diga, como consuelo en su largo y problemático caminar: ¡ Prosigue ¡ ¡ ya tu dicha está cercana ¡

La perseverancia en la oración, según Santa Teresa de Jesús, es el secreto del éxito en la vida espiritual; el encuentro con María, cualquiera que sea éste, está cercano y la consecuencia de amarla y desear el encuentro es la vida eterna.

María recompensa a sus devotos socorriéndolos en su peligroso caminar por este mundo hacia el cielo, que es la patria verdadera.

A este efecto, piensa Madre Clara María, la Santísima Virgen tiene un “precioso pergamino” en que va escribiendo los nombres de sus verdaderos creyentes, aquellos que han descubierto los caminos de la auténtica devoción-imitación mariana.

Ese pergamino nos recuerda los libros en que se anotaba el nombre de los que iban ingresando en la Orden Tercera de Nuestra Señora del Monte Carmelo; también nos recuerda el libro en que están inscritos los salvados, los  Evangelios Sinópticos y el rollo del Apocalípsis que es dulce al paladar pero amarga el estómago.

Flor-61

Roberto Bolaños Aguilar.

Santander, 24 de febrero 2015

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